"Era una realidad en nuestros barrios que negaba el Gobierno y que, por algún motivo, silenciaban los medios de comunicación", dice Olmo Calvo, uno de los dos fotógrafos del periódico Diagonal que ayer presentaron la exposición, Fronteras Invisibles, en el Ateneo Republicano de Vallecas. 35 imágenes. En la mitad de ellas se observa nítidamente a miembros del Cuerpo Nacional de Policía pidiendo la documentación a extranjeros en plazas, parques, calles y terrazas. "Han sido meses de dificultades y problemas con los agentes", añade Eduardo León, el otro reportero gráfico. "Insistimos en nuestro modo de trabajo: Nos presentamos en los lugares donde se hacían los controles y los fotografiamos", explica.Los dos periodistas comenzaron su trabajo en febrero. "No fue nada cómodo", confiesa Calvo. Ambos aseguran que durante estos meses han sido amenazados e insultados por agentes policiales mientras tomaban sus instantáneas. León llegó a estar detenido dos días porque, según afirma su compañera Soraya Constante, una periodista ecuatoriana que también colaboró en el trabajo de los fotógrafos, los policías le reconocieron durante una operación a la que el reportero había acudido. "Los agentes le acusaron de ser el organizador de una pequeña revuelta de algunos inmigrantes contra la policía. ¡Y eso había ocurrido una hora antes de que llegásemos!", se indigna.
No era la primera vez que León y los agentes nacionales se encontraban. Dos meses antes, le requisaron una cámara que no pudo recuperar hasta hace unos días. En el mes de junio también fue trasladado a dependencias policiales por fotografiar la detención de un inmigrante en el metro de Lavapiés, según informó este periódico. La versión policial justificó entonces que lo hicieron porque querían respetar la intimidad del detenido. "El viernes pasado tuve que borrar de la cámara unas imágenes en las que capté una redada", añade Calvo para dar fe del acoso que dicen sufrir. "Me dijeron que las borrase sí o sí. Y no puedo permitir que me quiten o me rompan la cámara, como le han hecho a Edu [su compañero], así que cedí".
En la presentación de la muestra participaron colectivos implicados en la defensa de los derechos de los inmigrantes, como Ferrocarril Clandestino y la oficina de derechos Sociales del Centro Social y Cultural Seco. También colabora la Federación Regional de Asociaciones de Vecinos de Madrid (Fravm), que hará llegar la exposición a varios distritos.
Las 35 imágenes y un vídeo con testimonios de cerca de una decena de inmigrantes, los cuales aseguran haber sido víctimas de redadas selectivas a extranjeros en la calle, el metro, restaurantes..., o de haber sido encerrados en pésimas condiciones en el Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE) por carecer de documentación, se pueden ver en la página web que han abierto los fotógrafos. (www.fronterasinvisibles.org).
No es la primera vez que lucen su trabajo. "Hemos expuesto en las Escuelas Pías de Lavapiés, en centros sociales, en Valencia, en Castilla la Mancha...", enumera Calvo, "y también en el Foro Social Mundial de la Inmigración en Quito (Ecuador), y en Buenos Aires (Argentina), donde nuestro vídeo ganó un premio. En ese vídeo sale un policía, Pedro Pérez, asegurando que sus superiores les presionan para efectuar estas redadas a extranjeros. Y también aparece el testimonio de Ibrahim, un inmigrante de Gambia: "Hablaba con mi familia desde un locutorio y entró un policía. Dijo: cuelga, me tienes que dar tus papeles".
FUENTE: JALED ABDELRAHIM, El País, 26 de octubre de 2010 (AQUÍ)
.

Como una encrucijada. Así define el psiquiatra Nabil Sayed-Ahmad Beirutí la situación que viven a menudo los hijos de inmigrantes que han logrado integrarse en la sociedad que les acoge, pero se sienten presionados por sus padres para que no se aparten de los valores de su cultura de origen. "Los hijos reciben mensajes contradictorios: sus padres les dicen que tienen que adaptarse al país, pero a la vez que no deben olvidarse de dónde vienen. Les resulta muy difícil mantener un equilibrio entre esas dos realidades", explica Sayed-Ahmad Beirutí, coordinador de la sección Migración y Cultura en Salud Mental de la Asociación Andaluza de Profesionales de Salud Mental.
Sus ojos chispean por la felicidad, también de orgullo. Angélica Parpaluta rebosa vitalidad, destila alegría y... honradez a borbotones. Una honestidad que no ha sido capaz de resquebrajar ni un maletín con 3.000 euros.
Evitar que los extranjeros que están regulares en España caigan en la irregularidad al quedarse sin empleo por la crisis económica. Esta es una de las prioridades del Ministerio de Trabajo en Inmigración a la hora de elaborar el reglamento que desarrolla la Ley Orgánica sobre derechos y libertades de los extranjeros en España y su integración social, conocida como la Ley de Extranjería y aprobada en diciembre de 2009. La primera medida que baraja incluir el Gobierno en el borrador del reglamento es que los inmigrantes que se queden en paro, después de haber estado en situación activa, no tengan que abandonar el país si su pareja está en situación regular, según avanzaron ayer a este periódico fuentes del Ministerio de Trabajo e Inmigración.
Los inmigrantes acuden a los centros de salud la mitad de veces que los españoles, al pasar por las consultas una media de 4,7 ocasiones al año frente a 8,3 visitas de los españoles, según se desprende de un estudio de las citas que se han registrado en un año en 26 centros de salud y que se ha presentado este jueves en Málaga, en el marco del XVI Congreso de Wonca (organización mundial de médicos de familia).
Los ombudsmen o defensores del pueblo europeos, reunidos en Barcelona el lunes y el martes, denunciaron las trabas que sus respectivos países ponen a la reagrupación familiar de los inmigrantes, "en algunos casos, fuera de los marcos legales consolidados". Esta política es uno de los principales ejemplos de la xenofobia creciente, según los participantes en el Congreso del Insituto Internacional de Ombudsmen (IOI).
La tarde del pasado 1 de julio, Juana se extrañó de que su novio Richard, boliviano como ella, no hubiera vuelto a casa. Cuando sonó el teléfono recordó las historias que había oído sobre redadas, centros de internamiento y expulsiones de los sin papeles a sus países de origen. Dos días después, Juana se encontraba en el aeropuerto de Barajas, preguntando sin éxito por su pareja.
Buenas a todas y todos los que lean este pequeño escrito, en el mismo se relatará un fragmento de vida de una mujer indígena guaraní de Bolivia. Espero que la lectura sea de su agrado y aporte a descubrir la diversidad de miradas, sobre la vida y la sociedad, con su matiz más injusto: la extrema pobreza en la que están la mayoría de nuestros pueblos indígenas.