viernes, 14 de enero de 2011

Soy el inmigrante - LEO ZELADA

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Soy el inmigrante.

Me llamo Vicente Quispe.

Nací en Bolivia. Mi sangre es roja.

Paso todos los días por tu frente y no me logras ver.

Trabajo 14 horas diarias de sol a sol. No tengo seguro ni contrato. No figuro en las cifras de desempleo y no cobro paro. Soy el hombre invisible para las estadísticas de los gobiernos.

Soy el inmigrante.

Vivo en un cuarto pequeño compartiendo habitación con otro compatriota. Salgo apenas a la calle, por temor a migración. No puedo volver a mi hogar, porque mi familia subsiste de mis remesas. Cuando llamo por teléfono a mi esposa y mis hijos, les digo que estoy bien. Me como mis lágrimas. Pero en silencio me consumo como una vela.

Soy el inmigrante.

No gozo de vacaciones en ningún momento del año. Curro todos los días y, alguna vez al mes, libro. Me dijeron que en este país podía alcanzar mi sueño para mí y los míos. Pero no tengo tiempo de pensar. Trabajo todo el tiempo y duermo pocas horas. Soy el otro, aquel que no quieren ver, pero que existe.

Soy el inmigrante.

Ya no quieren reagrupación familiar, y veo crecer a mis hijos como extraños. En los aeropuertos nos ponen en una cola aparte, revisan nuestras cosas y nos desnudan como si fuéramos delincuentes. Y a los que tienen mala suerte los devuelven sin compasión, como hace poco pasó con una anciana argentina de 80 años.

Soy el inmigrante.

Trabajo en la construcción, cuido ancianos, limpio suelos, hago lo que sea, para llevarme un plato de comida dignamente. Pero dicen que cobro poco, que le quito el trabajo a los nacionales. Yo no le quito nada a nadie, señor. Sólo soy un sobreviviente.

Soy el inmigrante.

Dicen que, si sufro mucho, me vuelva a mi país. Pero los señores de la guerra han saqueado nuestra tierra hasta convertirla en un valle de muerte. Cómo volver a una pesadilla a la que nos han arrojado sin consultarnos. Mejor, nomás, es viajar, llevar el dolor de nuestra lejanía dentro. Tengo un puñal atravesado en mi garganta.

Soy el inmigrante.

A José, el ecuatoriano, lo han detenido en el metro. Lo han llevado a Aluche y allí lo hemos visitado. Dicen que es un centro de detención para inmigrantes ilegales, pero más parece una cárcel con rejas para el ganado. Dice que no lo dan de comer casi, que no le permiten hacer llamadas ni hablar con un abogado. Dice que hoy es el primer día que habla con otras personas, después de estar un mes incomunicado. Dios..., ¿qué pecado hemos cometido para que nos traten como animales?

Soy el inmigrante.

Dicen que aquí hay libertad, que todos somos iguales, pero me miran raro y, cuando paso cerca de ellos, se corren de acera, se agarran las bolsas y me miran con reprobación y miedo. A un amigo del trabajo lo han expulsado y eso que es de aquí, pero dicen que es gitano. Si a él le botan siendo de esta tierra, imagínese lo que harán en el futuro con nosotros. Vivo con el miedo en mis huesos.

Soy el inmigrante.

Dicen que hay gente que lucha por nosotros. Pero yo fui a Cruz Roja y Naciones Unidas, y me dijeron que sólo me podían ayudar para retorno voluntario. Para los periódicos sólo somos noticia de segunda mano. Dicen que la derecha no nos quiere, pero la izquierda es el gobierno que ahora nos persigue. Da igual izquierda o derecha, para ninguno de ellos existimos. No somos votos y figuramos como temor en las encuestas. ¿Cuándo será el día que pueda dormir con tranquilidad en esta tierra?

Soy el inmigrante.

Un día no muy lejano, espero que no existan fronteras. Y el mundo entero sea una sola nación. Sólo quizás ese día, por un momento, deje de ser un inmigrante.


Hola.

Me llamo Vicente Quispe.

Nací en Bolivia. Mi sangre es roja como la tuya.

Paso todos los días por tu frente y no me logras ver.

Si me sigues ignorando, no te preguntes después

por qué te golpeé con una piedra.


LEO ZELADA escribe en el blog Diario de un dragón (AQUÍ)
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6 comentarios:

  1. sensacional, la verdad bien dicha

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  2. el final me sonaba algo distinto :)

    abrazos

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  3. Me hubiera gustado que esto lo hubiese escrito un inmigrante.
    Me crea curiosidad saber si Braulio Rubén Tupaj Amaru Grajeda Fuentes aporta algo más que palabras y rencores -por ejemplo por no salir comercialmente a su gusto en un vídeo- para integrar a su Lima por la que no siente apenas más que una estratagema heredada.

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  4. Santi, cambie el final, por obvias razones.

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  5. Arguelles o como te llames en realidad, aún recuerdo las expresiones racistas que me enviaste a mi blog, y que no te las aprobe.
    Me imagino quién te envia. Les debe molestar a ambos, que un extranjero le vaya algo bien literariamente en su propio país.
    El texto, más que un poema, es la denuncia de una realidad que existe en Europa.

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