lunes, 15 de noviembre de 2010

Europa exporta sus fronteras

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Las fronteras que cierran la Unión Europea no están en los países miembros, están lejos, incluso a miles de kilómetros, y eso es porque “Europa está exportando cada vez más sus fronteras”, asegura Alain Morice, coordinador del Informe Anual, En las fronteras de Europa: controles, confinamiento, expulsiones, que acaba de hacer público Migreurop, una red internacional en la que participan organizaciones españolas como la Asociación de Derechos Humanos de Andalucía, la Comisión Española de Ayuda al Refugiado, la Red Acoge o Sos Racismo. El control de la inmigración avanza hacia los países que están fuera del territorio europeo, a los que se está obligando a admitir a personas expulsadas de Europa gracias a los acuerdos de readmisión y bajo la amenaza de ‘revisar’ los acuerdos de cooperación y de ayuda al desarrollo, dice el documento, que recoge la sistemática violación de derechos que sufren fuera pero también dentro del continente europeo.

Los ‘gendarmes’ son los ya conocidos de la orilla Mediterránea: Marruecos, Argelia o Libia y, más recientemente, los de la zona del Sahel. “La frontera de Níger y Libia, al igual que las de Mali con Mauritania y Argelia se han ido convirtiendo gradualmente en áreas prioritarias de la lucha contra la ‘inmigración ilegal’ de África a la Unión Europea”. Libia, en la línea de lo que ya hemos publicado otras veces, ha recuperado su prestigio internacional a través del férreo control migratorio en el que no falta la persecución y maltrato a los inmigrantes y solicitantes de asilo. “Ha endurecido su legislación con más sanciones y ha firmado acuerdos de readmisión, en ese aspecto es un alumno destacado de la UE”, critica Brigitte Espuche, investigadora de la región fronteriza del Sahel.

Mauritania se situó como punto de partida de cayucos desde que aumentó el control migratorio tras los saltos a la valla de Ceuta y Melilla en 2005. España y la Unión Europea respondieron ampliando la vigilancia. Eso ha ayudado a que hayan descendido notablemente las llegadas a Canarias de cayucos, “pero a costa de miles de detenciones, encarcelamientos sin fundamento jurídico y expulsiones colectivas”. Los detenidos por las fuerzas de seguridad mauritanas, dice Migreroup, son”entregados por España o Marruecos, interceptados en el mar o detenidos por la sospecha de que vayan a intentar abandonar Mauritania hacia Europa”, sólo porque exista esa sospecha, como ya denunció Amnistía Internacional. A pesar de los acuerdos de libre circulación, cada año cientos de inmigrantes son deportados a Mali y Senegal.

Anualmente, un nutrido grupo de temporeros de esos países cruzaban la frontera de Mauritania, nos cuenta Alassane Dicko, de la Asociación de Malienses Expulsados (AME). “Hay regiones que viven de esto, forma parte de su vida y su dinámica socioeconómica. Con todo este control, en diciembre de 2009 el gobernador de Nuadibú puso en marcha una circular por la que obligaba a tener permiso de residencia en Mauritania a los temporeros que querían trabajar, pero no existía un organismo que autorizara esos permisos”, denuncia Dicko. Acusa al gobierno español de ser cómplice en el maltrato que reciben los inmigrantes por subvencionar el centro de detención de inmigrantes que opera en Nuadibú, conocido como ‘Guantanamito’. “España paga para que sean devueltos de forma ‘óptima’, pero la realidad es que son abandonados en la frontera con Mali sin recursos. Son las poblaciones de buena voluntad las que ayudan a estas personas”. Los inmigrantes son la moneda de cambio con la que Mauritania consigue, al igual que Libia, “visibilidad internacional”.

Dentro del territorio Europeo, Migreroup se centra también en Polonia y Rumanía, donde hablan de redadas en función de los rasgos físicos, como en España. Aunque su mayor preocupación está en las deportaciones forzadas de Italia a Grecia. Desde que se consolidaron los acuerdos entre Italia y Libia ha bajado considerablemente el número de inmigrantes que llega a la isla de Lampedusa. Ahora buscan vías alternativas, como cruzar Grecia para llegar a Italia, y se suman a los que tradicionalmente tomaban ese camino: afganos, iraquíes o indios. Grecia es un país de paso, donde las condiciones de los inmigrantes son las peores de toda la UE, “viven en la clandestinidad, son víctimas de abusos y sometidos a detenciones arbitrarias, violando la ley, y a veces son repatriados a la fuerza a países de los que huyeron o por los que simplemente pasaron, como Turquía y Afganistán”. De las solicitudes de asilo, sólo el 0,3 por ciento son aprobadas. “Los inmigrantes quieren salir como sea de allí y arriesgan sus vidas cruzando escondidos en los camiones. Los propios ferrys tienen celdas de detención donde son encerrados los que son descubiertos para ser devueltos a Grecia”, asegura Sara Prestianni, investigadora.

España, como frontera sur de Europa, no se salva. El informe toma como ejemplo a Ceuta (en la misma situación que Melilla), “la ciudad es un enorme CIE (Centro de Internamiento de Extranjeros)”, recuerda Mikel Araguas, de Andalucía Acoge. Al no formar parte del espacio Schengen, los inmigrantes no pueden cruzar a la península y “pueden pasarse años en el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes”, sin derecho a empadronarse ni regularizar sus papeles. Además, como ya hemos contado otras veces, se está violando el derecho a la libre circulación de los solicitantes de asilo, cuyas solicitudes han sido admitidas a trámite, a los que se les está impidiendo cruzar a la península a pesar de que están autorizados a hacerlo. El informe asegura, también, que el Plan África tiene como objetivo final reforzar el control de las fronteras, “explica la relación de España con los países de África en función de intereses económicos (especialmente pesqueros y energéticos) y de la relevancia estratégica en la inmigración”.


FUENTE: Periodismo humano (AQUÍ)
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