miércoles, 4 de agosto de 2010

"Negra bandera" me llaman... - MAYDE MOLINA *

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Recorro las aceras hasta el alba, madre.
Ahora me llaman “Negra bandera".
Que ya no soy aquella: “Pequeña flor”…
Aquí ya van dos años de carrera,
en la vieja patria,
o la vieja soy yo misma
con sólo veintitrés.


Y ya no quedó más flor
que aquel capullo de don Ricardo
que se me cobró hasta al alma
por hacerme dueña
de una miserable esquina
donde apenas nadie me veía.


Pero ya me he hartao
y al carajo con él, madre.
Que a mí me da lo mismo ser dueña de nada
a precio de unos oros que me desangren.
Por eso ando y ando y sonrío
hasta que el pulso me revienta en la punta
espachurrada de este dedo gordo
de mi pie derecho,
subido a estos tacones de puta mierda
que sigo yo comprándole a mis chinitos.


Pero ya no le debo nada a nadie, madre.
Y muchas veces la suerte me sonríe
porque yo ando y canto al son de mi Cuba
y mis nalgas se menean
como nadie aquí sabe,
cuando al caer la tarde
salen los lobos buscando tregua
o alguna cordera con que apaciguar su sangre.
Y cómo le alivia el peso eso a usted madre…
Que del viejo oficio, yo me hago mis ganancias
y a mí me pesa mucho menos
sabiendo que a usted le está ayudando largo, mi negra.
Y hasta me quita el hambre
y ese tiritar de los huesos
cuando llueve sin parar
aquí en las calles.


Pero ahora ya es verano, mi negra.
Y que lindo está mi niño Juan…
Que ya son siete añitos ¿verdad?
Y dice usted que se le caen sus dientitos
Y su madre no está pa verlo…
Háblele de mí, mi negra
Qué no se olvide de su madre, por Diosito
Háblele mucho y bien largo,
dígale usted que sigo trabajando duro
en ese hospital nuevo de la ciudad
y que muy pronto voy a poder traerlos,
muy prontito para acá a los dos.


Ay madre, que yo no quiero escribirle
otra maldita carta embustera
a usted mi pobre vieja, mi negrita…
Que se debe estar pasando las horas
contándole a las comadres
que su Rosa está en España de enfermera.
Pero cómo contarle mi negra,
cómo decirle a una madre…
Que no he podido ser ni puta fina.
Que sigo siendo la “Negra bandera”
que vive haciendo las calles.
La “diplomada enfermera”
que aquí, aún sin papeles
entrega las flores de su vientre
al triste precio que se paga
por la carne que no se compra
en los lugares donde nada
a mares esa champaña,
que acá quieren llamarle cava,
y dicen, mire usted cómo es la cosa,
que hasta se lo derraman
las muy finas entre las sedas,
mientras aprietan pechuga contra
esos machos que tan bien pagan.
Pero yo no soy de esas madre,
no soy de esas…


Y a eso de la las 6 de la madrugada,
cuando el Raval empieza a dormir
la pena de otra noche,
esta “Rosa”, que sin papeles,
ni sedas, ni otro nombre en Barcelona
que el de “Negra bandera”
se recoge hecha un ovillo
sobre el camastro
y apoyada en la pared que tiene por cabecera
vuelve a escribir de su puño y letra
una nueva carta embustera.
Que la de antes ya está hecha un borrón
en el que nada se lee con tanta lágrima.


Y así, que cuando la que cuenta lo bonito
llegue a Cuba,
la vieja negra y el pequeño Juanito
sueñen el sueño más cercano,
la distancia menos lejana…
y España la tierra prometida
donde todo les sonría
cuando en una de esas cartas
al fin les llegue ese pasaje que esperan
con el alma en vilo
y el estómago pegando brincos.




“Madre, que contenta estoy,
que bonita sigo viendo Barcelona
después de tanto tiempo viviendo acá…
Y que buenos son en mi trabajo
que hoy estaba medio malucha
con esas cosas que nos pasan
a las mujeres, usted ya sabe,
y me dieron fiesta, mi negra…
Luego a la tarde,
me he puesto un poco mejor
y me he ido a pasearme por el centro
y le he comprado
un coche teledirigido a Juan
y a usted una falda muy fina
y rebonita en el Corte Inglés,
que es un sitio más grande
que el callejón del pito enterito…
Imagínese mi negra,
Y allí hay de todo, allí hay de todo,
ya verá usted como es verdad
cuando se venga…”


su niña Rosa que tantísimo les quiere






*Esta no es una historia verdadera, pero sí que he visto más de una vez en el hospital donde trabajo mujeres de diferentes nacionalidades, que como "Rosa", dejan su piel en las calles, tratando de ganarse la vida y así poder ayudar a sus familias. Es para ellas, que escribo esta poesía, con todo mi respeto y el deseo de que sus vidas puedan un día retomar un camino que las haga más felices..



MAYDE MOLINA escribe en el blog Mujer de aire (AQUÍ)
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2 comentarios:

  1. Me encantó leerla en tu blog y me vuelve a encantar ahora. Triste realidad, más común de lo que parece.
    Un abrazo fuerte, Mayde.

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  2. Me ha encantado Maydé, y no sòlo porque hablas de mi/nuestra? Cuba, es por todo lo que dices, por esa nostalgia y ese sentimiento de estar disperso, de no saber encontrar donde queda la verdad, y esas cartas escritas para calmar la añoranza de quien espera que estemos bien, son sensaciones que conozco en mi piel y me has conmovido.
    A propósito, tu nombre es igual al de una chica que estudiaba conmigo en Cuba, y de la cual tengo óptimos recuerdos del periodo preuniversitario. Haré un salto por tu blog.
    En hora buena.
    Leo

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