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EL APÁTRIDA
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Yo tuve un país de arrecifes llenos de sangre
donde morían quienes llegaban o se iban
y sin embargo parecían playas de nudistas.
Era un país largo y estrecho como un cuchillo
y con tantos muertos que se veían desde la luna,
aunque esa era su principal virtud, según decían.
Extraño y difícil lugar para nacer y morir,
si bien nació de las aguas para ser admirado,
loado, santificado y enaltecido por su belleza.
Ese país que yo tuve y que cabía en mi mano
me lo llevé cualquier día para que no muriera.
Lo tuve dejando su mierda en mis bolsillos
como un canario, aunque le llamaban cocodrilo,
hasta que un día decidió también huir.
Es cierto, señor juez, yo tuve un día un país
y ahora es un lugar de polvo en el viento.
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SUICIDIO
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Estoy tumbado sobre un charco de tinta.
En una mano tengo el cuchillo de mi madre.
Veo cómo la vida se me va sin alas,
a mis hijos que chapotean en mi tinta
salpicando las blancas paredes de mi celda,
mis palabras que se ahogan y diluyen mudas.
Todo eso lo veo desde el ras del suelo
con una profunda y triste herida en el pecho.
Es mi última imagen y la veo al revés.
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OTRA VEZ EL CASTILLO DE IFE
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Estas son las cuatro paredes de mi casa,
tan blancas y breves que parecen no existir.
A pesar de eso no hay otra casa como esta
y en ella estoy con el cuchillo de mi madre.
Allí está la ventana invitándome a escapar.
Por ahí viene la brisa de un mar lejano,
oscuro y con blando hedor a muerto.
Ese es mi destino cuando pienso en ser libre.
No hay otra casa en el mundo para mí.
Cuando me asomo veo el faro que relumbra
como una estrella en la bandera y da miedo.
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ESTO ES LA PATRIA
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La patria es este portal que me da techo,
la columna donde apoyo la vejez y espero
el remedio del tiempo para mis heridas.
Es el suelo o el sofá prestado donde sueño
y dos huecos como balas que son mis hijos.
Es el zumbido del mar que me ensordece
con una dolorosa canción de desamor,
mientras naufrago a una isla imaginaria.
Son dos o tres recuerdos y nada más,
ni una rosa blanca ni una bandera,
solamente yo, mi equipaje y el aire.
LEÓN DE LA HOZ (Cuba, 1957) Poeta. Ha publicado los libros de poesía Coordenadas (Ed. Foro, La Habana, 1982), La cara en la moneda (Ed. UNION, La Habana, 1987), Los pies del invisible (Ed. UNION, La Habana, 1988), Preguntas a Dios (Ed. Libertarias, Madrid, 1994), Cuerpo divinamente humano (Ed. Betania, Madrid, 1999), la antología La poesía de las dos orillas. Cuba (1959-1993) (Ed.Libertarias, Madrid, 1994), y la novela La semana más larga (Ed. Betania, Madrid, 2007)
*Poemas extraídos del blog La primera palabra, de Heriberto Hernández Medina (AQUÍ)
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miércoles, 11 de agosto de 2010
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